POR UN PUÑADO DE DOLARES

S trae un Tupper con alfajores de maicena y dulce de leche. Los pone sobre la mesa. Luego se sienta justo frente a mi, con la pava y el mate.
La observo. Hace casi cuatro semanas que no la veo.
Está con la cara lavada. Hoy se le notan los años mas que nunca.
Sus arrugas parecen mas marcadas, sus ojeras, de tanto llorar, resaltan en ese rostro pálido.

Así y todo sigue siendo hermosa. Entonces recuerdo como me cautivo cuando la conocí. Como me sedujo. Pero hoy la miro y no siento nada.
Entonces me doy cuenta que la diferencia de edad hubiera sido un problema.
Hoy ya no importa porque es como estar frente a una desconocida. Apenas un leve recuerdo de nuestros jadeos juntos en mi cama y las palabras hermosas que nos dijimos que se las llevó el viento.


Ese domingo recibí una llamada en el celular y era ella. Era la hora de la siesta. Me había tirado en la cama dispuesto a una siestita. Pero no podía dejar de pensar en la llamada de N del día anterior, cuando me preguntara de que iba a vivir.
Y sonó justo el celular haciéndome sobresaltar. Veo que la que llama es S.
Dudo en atender. Espero varios segundos.
Atiendo. Me pregunta que estoy haciendo. Le digo que nada. Me invita a tomar mate a su casa, si quiero ir. Pienso en los quinientos dólares que me debe. Será para eso, pienso. Y voy.

Y ahora estamos sentados cara a cara.
Justo cuando nos íbamos a reunir para que me devolviera el dinero, falleció la hija de su mejor amiga. Decidí respetarle ese duelo y no molestarla con el tema del dinero. Ahora han pasado dos semanas, y aquí estamos.
Me cuenta todo el drama. La escucho. Esta de buen humor hoy. Me recuerda al día que la conocí, con esa gracia al hablar, su carisma sigue intacto, a pesar del dolor.
Luego me dice algo como para cambiar de tema.
-No se si contártelo o no. Y hace una semi sonrisa nerviosa, como que está por contarme algo pícaro o gracioso. Se tapa la boca. Estudio cada gesto que hace. Baja la mirada. Le digo
-Podes contarme si querés (pensando que me va a contar algo risueño, para cambiar el tono de la conversación)
Pero hace otra cosa inhabitual en ella.
En lugar de mirarme a mi, se pone de costado en la silla y mira hacia la pared.
Siempre me miró a los ojos, y siempre de frente. Ahora le habla a la pared y cada tanto me mira de costado. Cuando lo hace sus ojos se cierran un poco, mas que mirarme está atisbándome, solo unos segundos para volver a mirar a la pared mientras habla.

Me cuenta que al día siguiente del velorio, fue al banco y retiró dos mil dólares.
Llegó y los puso en un cajón de un mueble que me señala y está a pocos metros de la mesa rectangular en la que estamos sentados.
Mientras me sigue cebando mate me dice que ese día la visitaron dos amigas que vinieron a acompañarla en el dolor. Y que al final del día descubrió que el sobre había desaparecido.
No le creo. Pero hago como que sí. Porque le concedo el beneficio de la duda, pero en principio, no le creo. Decido indagar haciendo preguntas.

Ahora si se sienta nuevamente mirándome de frente. Se apoya en la silla. No veo dolor en su mirada, ni indignación. Lo que me narra es como que le pasó a otra persona.
Entonces me cuenta que llamó a sus dos amigas, que les hizo el reclamo, que se enojaron furiosamente con ella.
-Ese día perdí no solo los dos mil dólares, también dos amigas.
Obviamente no voy a recuperar mi dinero, al menos ese domingo.
Sigo dudando. Cuando uno esta pasando por un duelo, un problema con el dinero suele ser algo menor, como que te resbala. Empiezo a justificarla por ese lado.
Decido seguirle el juego.
-Sobre llovido mojado. Le digo
Me quedo con la duda. Hasta este punto de la reunión confieso que estaba con la duda.
Mi buena fe en la gente, la necesidad de seguir confiando, en seguir creyendo en alguien me hacen concederle un pequeño beneficio.

Seis meses de terapia apostados en una ficha, se irían a la basura en pocos minutos más.

Que bueno poder estar sentada ante ella y no sentir absolutamente nada.
Que su belleza ya no me atrae, que su carisma me es indiferente, y que me estoy aburriendo con ella. Que quiero salir de ahí y que solo me quedo por curiosidad y por educación.

Porque estoy por descubrir que estoy ante una farsante.